¡Hola, familia bonsailera!
En ocasiones nos atascamos al afrontar el diseño de una planta por miedo a cortar ramas importantes, sin embargo, esa poda drástica marcará un antes y un después en pos del aumento de la calidad de nuestro futuro bonsái siempre y cuando lo hagamos con el criterio adecuado.
Poda drástica y paciencia son las claves.
Veamos el pre-bonsái sobre el que vamos a trabajar y los pasos a dar para llegar a nuestro destino. Hay dos partes bien diferenciadas en este trabajo. Tratemos cada una con sus peculiaridades.
Primera parte, decisiones importantes:

El verde en el interior es inexistente, habrá que forzarlo a brotar. La primera rama de la izquierda es muy basta y coincide con una trasera. Eliminaremos ahora las ramas y brotes que salen en un mismo punto dejando un máximo de dos (eso incluye el tronco o rama primaria en donde estén a la hora de contar, que a veces se comete el error de dejar dos ramas saliendo a la misma altura en el tronco porque solo hay que dejar dos, pero olvidamos que el tronco es un tercer brote en discordia).

Como vemos, tiene dos ramas traseras muy gruesas pero que salen la una encima de la otra. La más alta nace a la misma altura que la rama principal, así que…tijerita.

La segunda rama trasera en altura es la que decíamos que coincidía en el mismo punto de nacimiento que la primera rama de la izquierda (vista desde el frente) y que también hemos eliminado. Se puede apreciar la fuerte poda realizada.

Podéis ver dos ramitas a cada lado del tronco, son dos brotes que caían hacia abajo y que echaron raíces. Las sacaremos de ahí en el trasplante. Mientras tanto las podamos como el resto del árbol.

Segunda parte. Empieza la verdadera formación.

Vamos a echar un vistazo a las raíces antes de ver cómo ha quedado el diseño.




Podéis ver un artículo más detallado sobre el trabajo de mejora de un nebari de azalea aquí.

Hemos conseguido algunos brotes interiores pero aun nos faltan más para mejorar esta azalea.
Decíamos que el frente estaba «clarinete», pero una mirada más crítica nos hace replantearnos aquella afirmación, ¿por qué? Fácil, la rama trasera se ve demasiado desde el frente. Si, por un lado, hace parecer más grueso el tronco, por el otro causa confusión de líneas entre la rama principal y aquella haciendo que nuestra mirada se distraiga.
Hemos dejado un «tridente» en el ápice en el que, la rama más larga a la izquierda será de engorde. En la rama de contrapeso, la situación es la misma, dejamos una rama de engorde aunque ya tiene un calibre bastante decente. La rama frontal de la derecha y, sobre todo, la segunda rama trasera, aún deben ganar en grosor, ese será el objetivo junto con aumentar la ramificación interior.

Desde el nuevo frente la rama trasera no distrae la mirada aunque la rama principal parece que pierde algo de «power». Iremos ajustando las nuevas ramitas para adecuarlas a la nueva vista.
¡Que no os engañe la foto que parece que el nebari es espectacular! Pero ya hemos visto lo que hay debajo y sabemos que es «pura fachada».
Seguiremos trabajando este shohin para convertirlo en una pieza de aúpa. Por otro lado, ya sabéis que, agua del cielo no quita riego y que ¡nos vemos en una próxima entrada!…
Esperemos que os guste y que podáis sacarle provecho.
Hasta pronto.
David.