Cuando realizamos un nuevo diseño en un bonsái, nos encontraremos con diferentes objetivos dependiendo del resultado final de ese trabajo. Puede que quede casi con su aspecto definitivo o que, por el contrario, estemos marcando una primera estructura que deberemos hacer crecer o guiar siguiendo un objetivo. De eso va esto del bonsái. De saber a dónde queremos llegar con nuestro árbol, ya sea un prebonsái, una semilla, un acodo o un bonsái más maduro, porque si sabemos cuál es el propósito a lograr, podremos cultivar y aplicar las técnicas de poda, pinzado y alambrado para alcanzarlo.
Vamos a mostraros algunos ejemplos para que podáis entender esto que estamos diciendo.
Este es nuestro primer ejemplo. Un pino blanco japonés injertado en pie de Pinus thunbergii.
Y este es el resultado de su segundo modelado:
Como podéis observar, el bonsái va siguiendo el camino marcado mejorando poco a poco. Han pasado dos temporadas desde su primer trabajo. Ha ganado densidad y algunas de las ramas que tenían que alargar ya han alcanzado su objetivo, a otras, aún les falta un poquito, pero el pino ha ido avanzando en su mejora. La rama principal necesita algo más de potencia y, el shari abierto en el frente da movimiento y disimula el engrosamiento debido a la diferencia de cortezas entre el pie y la púa. El nebari es otro de los puntos a mejorar, pero este requiere de más paciencia puesto que hay menos oportunidades de trabajarlo que en la copa.
Pasemos a otro ejemplo:
En este caso os mostramos un pino del jardín, en el que el cultivo es manejado por nosotros al 100%.
El resultado del primer modelado es este:
Un año después se hizo el modelado fino de todas las ramitas:
Y este es el estado actual del pino:
Aún faltan por corregir algunas cosas, como mejorar el nebari y encontrar una maceta que le siente mejor, pero poco a poco, el bonsái va madurando y mejorando.
Cambiamos ahora de especie aunque sin dejar las coníferas.
En este caso, un material de vivero que se transformó en bonsái y, años después, nos encargaron remodelarlo.
En este caso ya se eliminó aguja vieja y parece menos lleno que tras el primer trabajo.
Cedrus atlantica glauca. 2024/05.
El bonsái ha madurado una barbaridad en sólo tres temporada. Todavía está un poco rígido o demasiado colocadito, pero en las primeras fases es mejor colocarlo casi al extremo para, en su etapa de madurez, poder empezar a dejarlo un poco ‘suelto’, de manera que se vea más natural. Aún así, en este último trabajo, se ha empleado la menor cantidad de alambre posible buscando ese camino hacia la naturalidad.
Son pocos ejemplos, pero creemos que son bastante representativos de cómo evolucionan los bonsáis siguiendo una línea de trabajo y siendo persistente en sus labores de mantenimiento.
Recordad que, agua del cielo no quita riego.
¡Disfrutad del bonsái!
Un saludo.
David.
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