¡Hola, familia bonsailera!
A veces ciertos trabajos sorprenden tanto que no sabemos de dónde ha salido el bonsái que hay tras el diseño de una planta.
Solo hay una cosa que nos guste más que diseñar un bonsái: que cuando lo hacemos para otra persona esta quede encantada con el trabajo.
A veces se compra material porque tiene algo, nos llama o nos transmite una sensación que nos atrae. Y, de vez en cuando, eso que vimos se pierde entre la bruma de las dudas o lo olvidamos por la falta de tiempo para trabajarlo o, peor aún, la planta enferma y mientras se recupera, nuestro foco de interés se disipa.
Por la razón que sea, no se trabajó y, como consecuencia de eso, estamos encantados de que su dueño pusiese su confianza en uno de los servicios que ofrecemos para mantener colecciones de bonsái.
Análisis del árbol:
Viendo serpentear el tallo, el diseño pide movimiento hacia la derecha con la primera rama remarcándolo. Podaremos las ramas sobrantes primero para adecuar el volumen de la copa al grosor del tronco. El punto en el que este baja por primera vez hacia abajo está algo chepudo. Tiene demasiado mazacote y visualmente queda excesivamente pesado. Aprovecharemos las ramas podadas ahí en un trabajo de corte anterior para disimularlo con la creación de madera muerta.
De todas maneras, la continuación del tronco en su parte superior es algo sosa y muy gruesa, la cortaremos también y haremos jin y shari. Las ramas de la izquierda que se cortaron hace tiempo podríamos dejarlas como jines, pero decidimos acortarlas al máximo vaciando los tocones. Solo dejamos dos jines unidos y bastante cortos. Luego procedemos al alambrado y, cuando ponemos la técnica al servicio del talento, los diseños se hacen realidad como por arte de magia.
¡TACHÁN!
Esperemos que os guste tanto como a nosotros y a su feliz propietario.
Esta primavera se podrá trasplantar a maceta de bonsái. Le iría bien una maceta sin esmaltar en forma de mokko, con labio exterior y patas altas.
¡Hasta pronto!
David.