¡Hola!
Ya sabéis que el otoño y el invierno son las épocas doradas del diseño de coníferas y que, a nosotros, nos gustan los pinos silvestres, no sin razón, claro. Tienen cortezas increíbles, maderas muertas que reflejan las vicisitudes del tiempo, una calidad de hoja inmejorable, se adaptan perfectamente a las técnicas de cultivo, son vigorosos; lo tienen todo.
Os vamos a presentar el diseño de un Pinus sylvestris tras un año de adaptación a maceta de bonsái.
El pino brotó con normalidad tras el trasplante a raíz desnuda y produjo yemas con mucha fuerza, tiene una bonita corteza que da la sensación de subir en espiral por el tronco. Antes de la curva posee un shari y tras las primeras dos curvas, muy abruptas, hace otra más suave para continuar ya de manera casi totalmente recta con el verde cercano a la punta.
El objetivo será dar movimiento a las zonas que apenas lo tienen. De este modo obtenemos dos cosas, la primera, dotar de coherencia al árbol. En la naturaleza pueden pasar muchas cosas y los árboles responden de distinta forma con el paso del tiempo, sin embargo, en el arte del bonsái tratamos de mostrar nuestro árbol en un momento de madurez.
La segunda es que, al dar curvas, acercaremos el verde al tronco compactando el conjunto.
Podríamos usar esta zona como frente también. La base es bonita, el tronco sube con curvas suaves y luego cae verticalmente.
Se descartó este frente porque perdíamos el shari de la última parte del tronco que dota al árbol de una mayor apariencia de vejez. Cuando diseñamos un bonsái tratamos de destacar la mayor cantidad posible de cualidades.
Cualquiera de los dos diseños es válido desde un punto de vista artístico y técnico. Con el frente descartado mostraríamos un árbol más abstracto, con mucho dinamismo. Sin embargo hay que decidirse por un diseño y depende del gusto personal y de qué tratemos de mostrar, pero volvamos al asunto que nos ocupa. Como se puede ver desde el lateral, el árbol cae demasiado hacia atrás, por ello, lo levantaremos.
Podemos ver cómo el shari gira con el tronco, acentuando el movimiento.
Llevamos el pino a una clase en un club de bonsái para mostrar a los alumnos el proceso de elección del frente y protección y doblado del tronco. Cada alumno eligió un frente e hizo un posible diseño y entre todos, debatimos los pros y los contras de cada opción. Realizamos el trabajo sin entrar en colocar toda la ramificación fina para no estresar al árbol.
Lamentablemente no poseemos fotografías del proceso llevado a cabo en el aula.
Tres días después, ya de vuelta en el jardín, procedimos a compactar un poco más las curvas del tronco y recolocamos las ramas que cambiaron de posición.
Se han modelado las ramas, sin embargo no se han colocado todos los brotes puesto que se iba a trasplantar tras el trabajo para posicionarlo con el ángulo correcto. Es mejor no sobrecargar de trabajos a nuestros bonsáis para que puedan desarrollarse a buen ritmo.
Recordemos su aspecto antes de iniciar el trabajo de diseño realizado en diciembre de 2017.
Con el frente original que vemos arriba, las curvas del tronco quedan un poco ocultas. El bonsái queda dinámico y sencillo, con el verde más cercano al tronco, lo que lo hace más estable.
Desde este frente, el tronco muestra más sus curvas nuevas y se mueve más a la derecha. Podemos escoger esta cara porque tenemos una raíz importante naciendo a la izquierda que dota al bonsái de equilibrio.
Aprovechando el trasplante se ha podido comprobar que en la zona frontal apenas tiene raíces, la mayoría se encuentran en las partes izquierda y trasera. Ahora no se han podado nada más que algunos tocones de raíces gruesas pero, en el siguiente trasplante, dentro de dos años, se podrán cortar algunas de modo que podamos centrar más el tronco así como reducir el tamaño de la maceta que, aunque no sea la definitiva, ya se acercará a su tamaño final.
Esperemos que os haya gustado el trabajo.
¡Hasta pronto!
David.