Trabajar árboles que han sido cultivados como bonsáis durante mucho tiempo es un honor y una responsabilidad. Este tejo japonés es un ejemplo de ello.
Desde el frente actual, el juego de la madera muerta y la vena viva es muy bonito, si bien es cierto que el movimiento del tronco es un poco monótono. Donde acaba el shari, la madera tiene un corte feo que habrá que corregir. Si elegimos este frente, el árbol pide movimiento hacia la derecha, siguiendo el jin de la base y la curva final del tronco.
Desde este mismo punto, podemos tomar una decisión más radical, que es cortar el tronco en la parte más fea del shari, con lo que eliminaríamos el ápice y gran parte del follaje de la derecha. Nos llevaríamos el movimiento del árbol hacia la izquierda en esta ocasión. Esta solución es un poco delicada porque la primera rama de la derecha nace desde muy arriba y no sería utilizable pero, al cortar esa rama, perderíamos la vena frontal que la alimenta. Lo vemos en la foto siguiente:
La vena atraviesa el tronco hasta la rama que aparto con la mano derecha, al tener que cortarla para el diseño, la vena se secaría, porque es la única rama que alimenta. Del mismo modo, si utilizamos esa rama, deberemos vigilar el engrosamiento de la vena y, si fuese necesario, habría que abrir o agrandar el hueco del shari por el que atraviesa para evitar que se estrangule.
Veamos el aspecto que tendría el árbol:
Con el frente girado hacia la izquierda, en el sentido de las agujas del reloj como sugería el propietario, aparece la vena de la derecha, en la base, que se ve más ancha, el tronco gana en movimiento también, pero en la parte central del tronco, este se ve muy ancho porque coinciden las dos venas a ambos lados, si solo se viese madera en el lado derecho, la sensación sería diferente, aunque se puede disimular con las ramas de la derecha ocultando parcialmente el tronco.
En este caso el árbol pide ir hacia la izquierda. Este giro tan grande no es el ideal, por la madera, las venas y la disposición de las ramas, que no son las mejores.
En este caso solo tenemos una vena exterior a la vista pero todo es peor cuanto más giramos el árbol en este sentido, así que este no es el camino.
El frente elegido es girando el árbol en el sentido de las agujas del reloj, en un paso intermedio entre el frente original y la foto 2. En este caso no aparece la vena de la derecha en la parte media del tronco, pero sí en la base. El árbol pide aquí, aparte del giro, levantarlo también desde la izquierda y el movimiento del árbol nos lo llevamos a la derecha. Es la opción que más me gusta.
La parte del shari que se veía fea se ha corregido y, también, se ha ocultado parcialmente con una rama frontal, con lo que eliminamos esa parte más recta de la vista y, a su vez, ganamos en misterio.
Analizemos un poco más técnicamente:
Hay dos diagonales que marcan el diseño. La raíz de la izquierda dibuja un movimiento que sube en la dirección del jin, esa fuerza la contrarestamos con la diagonal que dibuja la rama principal.
Las líneas que llevan las ramas nos ayudan del mismo modo a equilibrar el árbol. Las de la derecha se mueven en ángulo hacia abajo y las de la izquierda se colocan en sentido inverso. El ángulo es menor en la izquierda porque también lo es su longitud.
Además de todo esto, tenemos la línea vertical del tronco, el ápice desplazado hacia la derecha y la raíz de la izquierda. Esta y la verticalidad del tronco sujetan al árbol que tira con el ápice, el jin de la base y la rama principal hacia la derecha.
Hay una fuerza general que lleva el árbol hacia la ese lado y unas fuerzas que se oponen, creando tensión y estabilidad en el diseño. Cuando se trasplante el árbol lo colocaremos a la izquierda del centro, aunque no tanto como ahora (una raíz impidió plantarlo más cercano al centro) y ese será el detalle final del diseño.
El vacío que dejaremos en la derecha será mayor, pero también tendrá más pie al tener más longitud de maceta, lo que estabilizará el conjunto.
El tronco dibuja curvas, pero si nos fijamos, es bastante recto, algo que hemos solucionado con la disposición de las ramas y las masas de verde que le dan al árbol un dinamismo que, por sí mismo, no posee. Las ramas de la derecha han de ganar en longitud para dar por terminado el diseño con una copa un poco más ancha.
Si nos fijamos en la primera rama de la derecha, nace muy arriba en el tronco y desde el interior de una curva y, sin embargo, hemos hecho de esos ‘defectos’ una virtud y una característica del árbol. La vista se dirige por las suaves curvas del tronco hasta esa rama y nos lanza por un tobogán de movimiento hacia la derecha.
Espero que os guste.
Hasta pronto.
David.
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