Hola, familia bonsailera. Vamos a dar un repaso a la historia de un bonsái con mucha historia, valga la redundancia.
El obelisco.
Como se ve en las fotos, el estado de salud no era el óptimo y aquí ya está recobrando el vigor y había salido de peligro. Estuvo al borde de la muerte pues llevaba mucho tiempo sin trasplantarse. Con un cultivo ideal y algunos tratamientos fungicidas y ayudado con bioestimulantes pudo salir adelante. Ahora tocaba trasplante:
Este pino de origen yamadori llevaba cultivado como bonsái más de diez años y aun conservaba tierra de monte. Esa era la causa de su debilitamiento sumada, también, a no haberse trasplantado en años.
Pasado este momento, en el que podemos decir que el bonsái comenzaba a volver a vivir bien, se dieron varios inconvenientes que hicieron que volviese a perder vigor. Un par de años después y, a pesar de estar atado al estante, unas rachas de viento huracanado partieron los alambres de acero galvanizado y lanzaron a nuestro bonsái al suelo, rompiendo la maceta y dejando el cepellón varias horas expuesto al viento.
Hubo que pasarlo a una maceta y solo cultivarlo durante un tiempo. Nada de alambrado y solo mimos.
Lo hicimos un segundo trasplante después a una maceta algo más grande cambiando su posición de plantado colocándolo más a la derecha. El pino tiene demasiado movimiento hacia la izquierda y está plantado en ese lado de la maceta, de modo que es algo incongruente, así que lo cambiamos.
Así estaba antes de su remodelado:
El color es estupendo y tiene mucha densidad pero…no es oro todo lo que reluce. Como consecuencia de la caída y la pérdida de vigor algunas ramitas se han secado y estaba empezando a perder brotes interiores además de haber alcanzado un volumen de copa excesivo en relación con el grosor del tronco. Lo que iba a ser un trabajo de poda ligera y modelado sin alambres se convirtió en una poda de aclarado y realambrado total.
Muchas ramas saliendo de puntos demasiados cercanos que empiezan a formar abultamientos. Además, si llamamos a este pino El obelisco, con una copa tan densa y grande pierde la esencia que le da nombre. Recuperaremos ese espíritu. ¡TIJERA!
Tras la ‘ligera’ poda pasemos al alambrado:
Tal vez lo plantemos en una laja para acentuar la sensación de paisaje si no encontramos una maceta adecuada. De cualquier manera, es posible que lo pongamos un poquito más a la derecha para enfatizar más su movimiento hacia la izquierda.
Esperemos que os sirva el trabajo en este pino para mejorar vuestros bonsáis.
Recordad que…bueno, ¡ya sabéis! ¡Ja, ja, ja, ja!
¡Felices fiestas y próspero 2023!
Hasta pronto.
David.