¡No te conformes con menos!

¡Hola, familia bonsailera!

Hoy os traemos un pequeño gran trabajo.

Un cambio de frente, un poco de poda, un par de alambres y un cambio de maceta. Nada espectacular, ninguna técnica especial ni difícil de ejecutar. Simplemente algo que está al alcance de cualquiera: observar un bonsái con ojo crítico y buscar sus posibles mejoras.

Analizar buscando los puntos fuertes y los débiles de un bonsái.

No necesitamos ser grandes expertos en bonsái para poder llevar a cabo esta tarea. Sólo necesitamos conocer las reglas básicas del bonsái (que no son tantas) y habernos empapado de sabiduría observadora, que suena muy enrevesado, pero que se adquiere «destripando» con la mirada todo bonsái o árbol en la naturaleza. Destripando y admirando, sobre todo esto último, cada detalle que nos guste. De esta manera, cuando observemos nuestro bonsái con afán de mejorarlo, nuestro cerebro va a buscar similitudes con esos elementos que nos han llamado la atención anteriormente y nos va a dar soluciones o, por otro lado, nos destacará las irregularidades para ponerlas remedio.

Pero vamos con el ejemplo de esta entrada del blog e intentaremos destripar hasta los entresijos este bonito bonsái de Camellia japonica del que, por cierto, desconocemos el nombre de la variedad de la flor:

Frente original.

Bueno, pues tenemos un bonsái con una buena base, la conicidad es leve, pero está bien. La copa, a simple vista está formada más o menos en estilo escoba y, en el caso de un bonsái de flor, como este, hace flores ya, por lo que se puede disfrutar desde el minuto uno. Pero vayamos más allá, como hemos dicho hace un momento.

Ya sin hacer mucho más, es decir, sin darle vueltas al bonsái, podemos apreciar que tiene una herida en el tronco que no está bien y, más arriba, un tridente que en realidad es un «cuatridente». Además, la continuación del tronco no está muy bien definida y tiene dos ramas que podrían ser el tronco desde la parte media/alta.

Vamos a corregir la herida lo primero.

Sin mirar mucho más, ya se ve que no está corregida.
Desde el perfil se aprecia claramente.

Repasaremos la herida con la cuchilla, aplicaremos selladora y listo. Demasiado a menudo se minusvalora el trabajo de corregir las heridas cuando podamos una rama o eliminamos un tocón seco. Del mismo modo, si una herida pierde la selladora, por la causa que sea (puede desprenderse sola con el tiempo o que se la coman los caracoles <¡les encanta!>), debemos reponerla para evitar que el agua entre por la zona seca que aún no ha terminado de cubrirse con el labio de cicatrización y, en el caso de que este se haya detenido o ralentizado en su crecimiento, deberemos reactivarlo reabriendo el callo con un cepillo de alambre o, en casos más extremos, repasando con la cuchilla de nuevo. Recordad que no es necesario tener una cuchilla específica, podemos usar un cutter o, incluso, un bisturí que podemos comprar en las farmacias y que disponen también de hojas intercambiables.

Pasemos al meollo del diseño.

En la foto no se aprecia del todo bien, pero os hemos hecho un «bidujo»(porque no se le puede decir dibujo. Y ya sabéis que se nos da mejor ‘pintar’ con tijera y alambres, que con un carboncillo).

Las dos ramas de la discordia.

De las dos opciones, la rama trazada en azul es la mejor, puesto que tiene mejor movimiento y ramificación. La rama señalada en púrpura es un palo recto con muchas heridas de poda mal curadas y con ramas sólo en la punta salvo una ramita que nace cerca de su base.

De cualquier modo, debemos buscar por si hubiese un frente diferente en el que los puntos positivos sean más abundantes que los negativos o que, al menos, destaquen más los pros que los contras.

Desde este lateral, el tronco gana.

¡Y gana en todo! Tiene movimiento, se aprecia mejor la conicidad y la disposición de las ramas es más adecuada.

Apartando las ramas es evidente la mejora en la línea del tronco y su conicidad.

Pero hacemos un inciso para volver a las heridas sin selladora.

Marcada con el círculo tenemos una herida de poda que no ha cerrado y que está sin proteger.

Lo corregiremos según avancemos en el trabajo. Rama por rama si saltarnos ninguna.

Sigamos:

Desde el frente original tenemos este horrible amasijo de ramas.

La rama de la izquierda es la marcada en púrpura en las fotos iniciales como la segunda continuación del tronco. Ya dijimos que no tiene ramificación interior, tiene muchas heridas de poda, es bastante recta y cilíndrica y, con el cambio de frente, queda atrás entre la rama trasera y una rama superior, por lo que es la más lógica para cortar. Con esto matamos dos pájaros de un tiro. El eliminar los tridentes dejando sólo dos ramas o brotes naciendo de un mismo punto es para evitar abultamientos antiestéticos en la zona en cuestión. En ciertos casos podemos dejar sin podar si la carga de paso de savia extra en ese punto no va a afectar a la conicidad del tronco o rama.

Creo que ya lo hemos dicho en alguna ocasión, pero por si acaso, el tronco o la rama primaria cuentan como brote. Muchas veces, cuando decimos de eliminar tridentes y no dejar más de dos brotes naciendo de un mismo punto, hay quien ‘elimina’ de la ecuación el tronco o la rama primaria porque, al tener un tamaño o grosor muy superior al resto de sus ramitas, no lo consideran como brote y sí, es un brote que ha crecido mucho, nada más.

Podada.

Repasamos el corte de la sierra con la cuchilla y protegemos con la pasta selladora.

Volvamos al nuevo frente para seguir mejorando nuestra camelia.

La rama de la izquierda que sostenemos con nuestra mano derecha también tiene un tridente.
El tridente en cuestión.

Como norma general eliminaremos el brote central puesto que será el más grueso y largo. De este modo ganamos en ramificación interior, añadimos curvas sin necesidad de alambre y mejoramos la conicidad de la rama. Al hacer esta poda, también le damos fuerza a los brotes más débiles ya que el árbol redirige la energía que iba a esas tres ramas a las dos restantes.

Tras la poda.
La rama podada está a la derecha de la imagen puesto que hemos hecho esta foto desde detrás.

Como se puede observar, hay varias heridas selladas. Salvo la que acabamos de podar, el resto son heridas que no tenían protección. Se ha repuesto y, en caso de necesitarlo, hemos repasado la herida para ayudar a su rápida cicatrización.

También vemos en la parte central de la foto, un nuevo tridente.

En la siguiente imagen lo vemos desde el frente del bonsái:

La que sostenemos con los dedos es la ramita más pequeña de las tres.

En este caso es la que vamos a cortar, puesto que las otras dos son importantes por su ubicación y nivel de ramificación, de hecho, una de ellas es la continuación del tronco y la que conformará el ápice, además, esta ramita es fina, sin conicidad ni ramificación y disponemos de una rama que se ve por detrás y que cubrirá el hueco dejado tras la poda, con lo cual no se va a notar tanto al eliminarla.

Siempre debemos tener en cuenta qué pasará al cortar una rama, sea de la importancia que sea: qué mejoramos o qué no con su poda. ¿Vamos a dejar en la copa o rama un agujero insalvable?, en ese caso podremos hacer podas parciales hasta que las ramas a su alrededor alcancen la medida como para poder sustituir esta de la que vamos a prescindir.

Ni se nota la poda.

Pero las miradas inquietas se habrán fijado en la parte de abajo a la izquierda de la imagen. Esa es la zona del tridente más importante del árbol ya corregido. Eso sí, no del todo. Las tres ramas no están exactamente naciendo del mismo punto, sin embargo, con su crecimiento y engorde, esa distancia se va a ir haciendo más pequeña. Mientras tanto, no vamos a olvidarnos de ello. Iremos desarrollando las ramas alrededor para que en un futuro cercano podamos cortar alguna de ellas sin la necesidad de dejar un agujero inmenso en la copa. ¡PERO NO PODEMOS OLVIDARLO! Como no podemos olvidar que: agua del cielo no quita riego.

Con todas las ramas vamos a seguir el mismo proceso: ajustaremos tocones secos, repasaremos o resellaremos heridas que no han curado al 100%, podaremos las ramitas más largas adecuando su tamaño al perfil y, si es necesario, alambraremos o colocaremos un tensor para reubicar las ramas haciendo que su disposición sea la mejor para el desarrollo tanto físico (cultivo), como estético.

Vista desde el lado derecho.

Hemos trasplantado. Bueno, un saca-mete para colocarlo con su nuevo frente y lo hemos hecho a otra maceta. No es mejor maceta, sigue siendo de origen chino y de serie y, de hecho, esta está revirada, pero creemos que combina mejor el esmalte azul con las flores y la forma también es un poco más adecuada ya que la otra maceta era visualmente más pesada.

¡Mirad qué maravilla de flores!

El nebari.

Ha aparecido un bonito nebari bajo el musgo. Eso sí, no lo hemos levantado del todo puesto que hay zonas del mismo que deben seguir desarrollándose. No nos precipitemos al mostrar los nebaris de nuestros bonsáis.

Os dejamos la foto del frente original para que no tengáis que ir hasta el principio de la entrada:

Frente original
Frente.

Esperemos que os sirva de ayuda para mejorar vuestros bonsáis.

¡Felices fiestas y mucho bonsái para el 2025!

Nos vemos en la siguiente entrada.

David.


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