¡Hola de nuevo!
En vista de que nuestro artículo en el que os decíamos que fijar un objetivo es esencial, tuvo gran acogida y gustó tanto, hoy vamos a repetir con un trabajo en el que partimos de un material básico y lo transformamos en un bonsái de mérito con paciencia y trabajo. Tanto en este trabajo como en el que comentábamos al inicio de este post, se podrían haber acortado un poco los tiempos de finalización con lo que sabemos ahora, que es infinitamente más de lo que sabíamos hace ocho años.
Como se puede apreciar en la foto, el tronco del pino tenía un bonito movimiento con el verde en el extremo. Podíamos optar por un bunjin pero las raíces no eran las apropiadas para ello. Los árboles que viven con las raíces expuestas suelen hacerlo en terraplenes donde el agua de lluvia poco a poco va erosionando la superficie dejando las raíces al aire. Ese terrreno inestable hace que los árboles no crezcan mucho en altura puesto que el propio peso de la copa les obliga a inclinarse a favor de la pendiente. Esa era la idea, pero para llegar a ello habría que comprimir el tronco mucho y que esas curvas de compactación deberían realizarse con gracia y naturalidad.
¡Así que a enrafiar y a doblar!
No tenemos fotos del proceso de doblado, ¡pero bastante teníamos con controlar las curvas! Este era nuestro primer trabajo de torsión realizado en un tronco ¡contuvimos la respiración al máximo!
Ahora sabemos que podemos imprimir curvas más pronunciadas y en troncos más viejos y gruesos que el de este plantoncito. Solo pusimos un par de alambres para que el verde no quedase mirando al suelo y no hicimos más. Lo siguiente:dejarlo crecer todo el año.
Se le hizo una poda de selección de ramas y se le volvió a dejar desarrollarse libremente durante toda la temporada.
Ese verano se le hizo mekiri para fomentar la ramificación por el interior y se podaron ramas que habían engordado demasiado.
Estaba listo para el modelado. Arreglaríamos las curvas del tronco y volveríamos a dejar el árbol tranquilo una temporada más. ¡Al lío!
Al ponerlo dentro de otra maceta queda sujeto y los brotes se podrán desarrollar con la orientación adecuada.
El pino casi se sostiene en su posición sin alambre. Estamos cerca del objetivo…
De lo que era a lo que es. Nos viene a la mente una madre que se encoge sobre sí misma para proteger a su bebé, de ahí su nombre: Mamma.
El tronco empieza a hacer corteza, la ramificación va madurando, tenemos un bonsái de alto nivel e iniciamos el proyecto con un plantón sin muchas cualidades. Solo han pasado ocho años.
Se va mereciendo una maceta acorde a sus méritos, pero eso será en 2020. Mientras tanto, disfrutaremos de su impresionante presencia.
Nos despedimos hasta la próxima entrada deseando que os guste.
David.