¡Hola, familia bonsilera!
Al afrontar el diseño de un bonsái tenemos una idea preconcebida de lo que queremos obtener y las técnicas para poder llevarlo a cabo, eso conforma el 95% del trabajo, el otro 5% es improvisación porque puede que queramos mover una rama en un sentido y lo tengamos que hacer en el contrario porque, por ejemplo, nos damos cuenta de que la vena se mueve hacia el otro lado o que hay un shari bajo la corteza que impide doblar en cierto punto. Otro motivo para la improvisación sería que empiece a abrirse o a arrugarse la corteza y tengamos que parar el doblado y dejarlo para un momento posterior.
De ahí la importancia del segundo modelado para llegar a obtener un resultado deseado. Reajustar curvas, pulir madera…
Pero veamos esto con un ejemplo. Ya sabéis que lo de contar algo sin mostrar aciertos y errores no va con la filosofía de trabajo de David Soto Estudio de Bonsái…
Vamos a modelar este pino en un estilo cascada o semicascada dependiendo de lo que podamos reducir la primera rama en su caída hacia el vacío.
Hemos mojado la corteza para evitar que se parta al doblar. En esta imagen ya habíamos doblado la primera rama hacia atrás usando un jin en la parte trasera para anclar el tensor. Ahora bajaremos la rama principal. No debería haber problemas al doblar en los puntos en que lo haremos ni en el ángulo hasta el que vamos a plegar, por eso no hemos colocado rafia, además así podremos observar al momento si se produce rotura.
Con un pie sujetamos la maceta, aunque ya la tenemos atada al torno con una eslinga. Pïsamos la maceta y colocamos la rodilla en el jin, con una barra para doblar ramas gruesas nos ayudamos para hacer palanca y con la otra mano le damos caña al tensor. Tanto la rama trasera como el ápice sí lo hemos enrafiado, bueno, encintado. En este caso hemos usado cinta de algodón de la que se usa para bobinas o motores eléctricos. Al igual que la rafia la humedecemos previamente o, también, podemos hacerlo una vez colocada con la ayuda de un pulverizador. Se humedece muy fácilmente y así podemos trabajar con las manos secas mientras la ponemos.
La primera rama es enorme porque hemos usado todo el verde cuando solo necesitamos la mitad. ¿El motivo? Más verde es igual a más vigor y mayor paso de savia lo que es igual a mayor rapidez de fijación de la forma de la rama.
Se nos ha quedado una rama trasera superior sin colocar porque se había desgajado en la base y decidimos no molestarla con el alambrado porque íbamos a trasplantar el árbol tras el trabajo. Siempre lo solemos hacer igual, pero en este caso es más importante no cargar de alambres para que el estrés sea menor y el trasplante solo sea un puro trámite.
Habíamos quitado los alambres en casi todo el árbol. La zona encintada se pudo mantener con el alambre, lo que ayuda a la fijación de las ramas en su posición ideal en menor tiempo. Recordad:
El tiempo que se pierde quitando la rafia o la cinta sin quitar el alalmbre es mucho, sí, pero es infinitamente menor que el tiempo que se debería emplear en los sucesivos alambrados. Así que no hagáis pereza, lo que os vais a ahorrar en alambrados es ORO. Y sí, soy muy pesado y lo repito en cada trabajo, pero ¡es que es muy importante!
Quitaremos la barra y el resto del alambre ahora porque ya ha hecho su función ¡En seis meses!
Veremos lo que se mueven las ramas pero, seguramente, con unos tensores nos apañaremos.
Como se puede observar, la primera rama ya se ha reducido a la mitad de su volumen. Al quitar la cinta ya cortamos una parte a principios de verano y ahora el resto. La transformamos en un jin.
Bajaremos la primera rama que se ha quedado horizontal y además, la adelantaremos para acortar visualmente su longitud. La S que forma tras el jin la modificaremos para mejorar su forma. A eso nos referíamos al inicio del artículo con ‘pulir’ la estructura.
Lo dicho, adelantaremos la primera rama ganando en profundidad y a su vez acortando la longitud.
Nada que ver con el primer modelado, ¿verdad?
Ahora que ya hemos quitado los alambres de la rama trasera y del ápice, pasaremos a modelar esa zona ajustando de nuevo lo que sea necesario.
Ahora sí, este bonsái de pino está en el camino para convertirse en un magnífico ejemplar. En muy poco tiempo y con dos trabajos de alambrado y el trasplante se ha transformado completamente.
El siguiente paso es aumentar la ramificación e ir puliendo las masas de verde hasta obtener el aspecto ideado en un primer momento. En este punto tampoco se ha eliminado toda la aguja vieja salvo en algún brote muy vigoroso, en el resto solo se han quitado las que salían hacia abajo y las que molestaban para pasar el alambre. Seguimos necesitando el mayor vigor posible. Se ha compactado todo el árbol en general y, a pesar de la apariencia de tener verde en abundancia, la mayoría de las ramitas no tiene más de tres o cuatro brotes y, en algunos casos, varios tridentes seguidos que habrá que eliminar yendo hacia el que se encuentre más hacia el interior para ganar en conicidad y en ramificación trasera. Dependiendo del desarrollo, a finales de la próxima primavera es posible que se le aplique el mekiri, ya veremos.
Esperamos que os guste el post y que podáis aplicar lo aquí aprendido en vuestros trabajos.
Un saludo y hasta pronto.
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