El niño que soñaba con ser Kimura.

¡Hola, familia bonsailera!

No vamos a daros la chapa con una historieta pero, para poneros en contexto, ¿quién no conoce las increíbles creaciones de Masahiko Kimura y ha deseado poder crear algo similar? Pues de eso va esta entrada, mas, por encima de todo, tratemos de divertirnos.

Vamos a hacer una ‘Kimurada’:

Como inspiración hemos hecho un pupurrí de ideas del maestro para luego fundirlas en una que tenga un poco de su esencia aunque siendo diferente.

Lajas de cerámica hechas a mano para recrear nuestra idea.

Hay una creación de Kimura en la que une dos kuramas naturales mediante un corte en ellas y forma un paisaje vertical con hinokis. Esa es la idea, pero lo haremos con tres piezas para tener tres puntos de apoyo que den estabilidad al conjunto. De modo que preparamos las lajas de cerámica. Y ahí están antes del montaje.

Podéis usar piedra natural. Lo que os vendrá a la cabeza serán losas de pizarra. Son fáciles de conseguir en diferentes grosores y con bordes de aspecto natural. Sin embargo, es poco recomendable para climas fríos, puesto que tiene tendencia a desgajarse a causa de la dilatación y también es habitual que se partan al trabajarlas.

Las lajas ya unidas.

Sujetamos con alambre galvanizado para que no se muevan. Ahora usaremos los agujeros que hicimos en las piezas para poner alambres de anclaje con los que sujetar los árboles.

Anclajes listos.

Podéis apreciar que en la parte superior hemos puesto ya un pequeño itoigawa que caerá por el precipicio. Para sujetarlo hemos hecho una maceta con rejilla de plástico de la que usamos para tapar los agujeros de drenaje de las macetas.

¿No os parece divertido? No hemos hecho nada prácticamente y ya mola.

Como truco, al poner los alambres de anclaje, hay algunos que van a quedar a la vista. Así que, antes de ajustarlos a la pieza, hemos introducido unos trocitos de musgo trepador que se mantiene verde aunque esté seco y se agarra a la piedra con alegría.

Este es el que nosotros llamamos musgo trepador.

Este musgo crece sobre las rocas en zonas de elevada humedad siendo el que inicia la vida sobre piedra inerte. Sus hebras pueden crecer bastante en longitud y altura(para ser un musgo, claro) y luego dan lugar a que aparezcan otros tipos de musgos y que comiencen a germinar semillas de distintas plantas según se va creando suelo fértil. El ejemplo de la imagen es el que hemos usado para nuestra plantación. Nace en los bloques de las estanterías y, si lo hace en las zonas verticales, prácticamente no tiene grosor, rondando el milímetro de altura y su tacto es como el del papel pinocho, más o menos. Otro sitio donde puede encontrarse es en los troncos de las azaleas ya que le gusta la acidez y ahí nace de manera natural en su base y luego comienza a trepar, es fácilmente reconocible porque no sale a trozos, como otros musgos, que se parten en cachitos, este se libera del tronco tirando con cuidado y sale como cuando despegas una pegatina de una pieza. Es más difícil de quitar en troncos de encinas, de pinos, de olmos nirekeyaki. ¡Pero hay que quitarlo porque si no perderemos las cortezas de nuestros bonsáis!

Uno de los tepes de musgo que vamos a usar.

Sigamos tras este paréntesis.

Ponemos el murete de Keto.

Recordad no poner keto sólo. Hay que mezclarlo para facilitar su hidratación si se seca demasiado porque, una vez seco, no se rehidrata nunca.

Bueno, nunca, nunca…estamos exagerando, pensaréis. Pues no. Se queda como una piedra y ya no es moldeable ni se hidrata completamente. Para que visualicéis la idea: es como si pusiéramos cemento. Y vamos a cubrir todo el sustrato con ello, así que no estamos para bromas.

Lo normal es mezclarlo con akadama de grano fino. Lo que queda entre los pasos para quitar el polvo y el siguiente número que suele ser de unos 2mm. Ese grano que, hay quien lo descarta y quien lo usa para shohines, mames o plantas de acento. En este caso, nosotros lo mezclamos con esa granulometría de akadama y también con musgo sphagnum sin tamizar ni cortar las hebras.

Como árbol principal escogimos plantones en alveolo forestal de Cedrus atlantica, conocido por nosotros como «Cerdo» del Atlas. XD

Cedros plantados. Ya hemos cubierto con la mezcla de keto y para evitar la erosión con el riego, hemos tapizado con el musgo trepador. Si alguien sabe su nombre científico, que nos lo diga.

En la parte de la izquierda se han plantado una Lonicera nitida y algo de Woodsia macrochlaena, en la de la derecha, también Woodsia macrochlaena. Estos helechos quedan bajo la sombra de las lajas.

Falta por completar el espacio central. Ahí plantaremos un rosal enano, un cotoneaster y un culantrillo.

Plantación completada. 2023/04/18

Ahora sólo tenemos que cultivar correctamente y vigilar los alambres de sujeción. Pinzaremos si es necesario, por supuesto. Los cedros no deberían sufrir el trasplante puesto que se han utilizado los cepellones completos de los alveolos salvo en el ejemplar de la derecha.


Pasó el tiempo y en 2025 llegó de esta guisa:

Las lajas de cerámica se partieron por la tensión generada por el peso.

Como es evidente, debimos calcular las fuerzas que iban a ejercer las piezas de cerámica según el barro, la altura, etc…Bueno, era un divertimento y de los errores se aprende.

Vamos a intentar repararlo y si no funciona el invento, habrá que buscar una solución viable para no perder el trabajo de creación de este paisaje que tantas alegrías nos estaba dando.

Lo sujetamos con cinchas y lo calzamos con tacos de madera.
Vista lateral. Usaremos las piezas de acero galvanizado de 1,5mm como refuerzo.

Sí, algo más haremos, estás en lo cierto. Vamos a usar taco químico para fijar las piezas colocando un armazón de ‘vigas’ de alambre.

Dentro del círculo se intuye uno de los pedazos de alambre.
Vista lateral.

Esta pieza es la que estaba rota y, tras aplicar el taco químico, quedó perfectamente sujeta, sin embargo, ya que estamos con la «maquineta furrulando», le pondremos también a la otra unión para evitar que se mueva y que se rompa. Esperemos que sea definitivo y en unos años presumir de la reparación.

Este es el producto que usamos nosotros en esta ocasión.

No había muchas opciones disponibles en los comercios de la zona y elegimos este por su compatibilidad con la humedad.

Tras la reparación y antes del arreglo definitivo.
Espalda.

Aquí vemos el rosal a la izquierda, el cotoneaster en el centro y la lonicera a la derecha con la hoja morada del frío.

Tras la poda y la limpieza de hojas procedemos a alambrar los troncos.

¡Pero que ha pasado aquí!

Seguro alguien se ha fijado en que no se ve la reparación…

A ver, a ver, rebobinemos un poco. ¡Wiiiiiiiiiiiiiiiiuuuuuuuuuuuu!

Antes del acabado final.

Os vamos a mostrar el «tiuco del almendiuco». Cómo fijar el musgo para que no se caiga. Podemos usar pegamento, pero claro, ¿qué pegamento no va a quemar nuestro musgo? Hay muy buenos materiales pero algunos son reactivos sobre según qué materiales. Por ejemplo, el cianocrilato, al contacto con el pelo humano, lo deshace, lo quema. Entonces…

Se nos ocurrió usar selladora de la que usamos para los injertos.

Sabemos que no daña a las plantas, es de color verde grisáceo en húmedo y verde oscuro en seco, momento en el cuál adquiere una dureza considerable para un material que ha de ser retirado cuando cumple su función de sellar y fijar los injertos.

Primer pedazo pegado.

Se ve claramente la mecánica del invento. Aunque, para ser más precisos en la aplicación de la selladora/fijadora, mejor lo haremos al «verrés».

Aplicamos un cordón en el envés del musgo y listo.

Lo colocamos en su sitio moviendo un poquito hacia todos lados para que se reparta un poco mejor.

Detalles del acabado.

En el círculo rojo se ve un poco de selladora que ha atravesado la fina capa del musgo y se aprecia ahora al seguir húmeda y conservar el color grisáceo, cuando seque no se notará y, en poco tiempo, el musgo lo habrá cubierto. En la zona marcada en azul, se ve el taco químico, podríamos haber cubierto con el musgo, pero no va a exponerse en ningún sitio y en breve, el crecimiento disimulará lo que ahora es evidente visto de cerca. De lejos es prácticamente invisible.

Acabado. 2025/02/06

Esperemos que hayáis disfrutado de este artículo y que os ayude en todo lo posible para vuestros bonsáis y, por qué no, que os anime a emprender proyectos divertidos como este en los que podréis usar materiales modestos como estos plantones de alveolo forestal o prebonsáis con algo más de formación o, como no, bonsáis de categoría. Dadle rienda suelta a vuestra imaginación y a gozar con el bonsái, que ya lo dice el dicho del bonsailero aplicado: disfrutemos mientras podamos.

Un saludo y nos vemos en la próxima entrada.

David.


Y, si quieres aprender con nosotros, ¡ven y apúntate!

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